lunes, 22 de febrero de 2010

Capítulo 7: Las generaciones perdidas



Desde hace un tiempo que hemos adoptado ya como cotidiano el concepto de “ni-ni”, para referirnos a las grandes hordas de jóvenes que ni estudian, ni trabajan, y que además carecen de motivación, estudios académicos y con una fuerte tendencia tanto a su propia autodestrucción como a la destrucción en todo lo que les rodea.

Seguramente conozcáis a más de un individuo de estas características, e incluso a varios. En principio quieren atribuir este concepto a las nuevas generaciones de adolescentes o jóvenes que no superan la veintena, pero creo que aunque evidentemente son los rangos de edad donde más se puede ver este perfil, hay personas fuera de este rango con el mismo problema de base. La pregunta es, ¿Cómo ha podido pasar todo esto? ¿Cuál ha sido el factor determinante?

La respuesta a estas y todas las preguntas que se puedan formular sobre este tema es la misma: la educación. El aumento de poder adquisitivo por parte de las familias con el paso de los años ha supuesto una lacra en términos de educación, aparte de que cada vez los niños tienen más cosas y medios a su alcance, los esfuerzos por tener o conseguir cualquier cosa se han visto reducidos ante la pasividad de unos padres estresados y sin tiempo que quieren lo mejor para sus hijos, dándole la máxima cantidad de cosas materiales, y solventando las trifulcas y los conflictos por el camino más rápido, aquel en el que ceden a las pretensiones de sus hijos, convirtiéndolos a estos en auténticos terroristas morales.

El humano por naturaleza se rige por necesidades, siempre que se cubra una, aparecerá otra que aspira a algo más, ¿Por qué estos individuos se muestran desmotivados?, porque su vida antes de empezar a independizarse es mucho mejor que lo que será su vida una vez se independizan, se acostumbran a un ritmo de compras, dinero y un tren de vida, que no pueden mantener por ellos mismos al independizarse, porque entre otras cosas, nunca se les ha hecho entender el valor de las cosas y el esfuerzo necesario para conseguirlas.

Por otro lado los padres han confundido la modernidad y los nuevos tiempos, con una impunidad total hacia cualquier error que puedan cometer, esto sumado a una falta de autoridad generalizada en las decisiones de los progenitores, hacen entrar a estos jóvenes en un “vacío legal” que creen que se puede perpetuar más allá de los muros de su casa. Diluyen con esto también el concepto de autoridad y respeto.

No presentan motivación por nada, han perdido la ilusión antes el abrumador número de estímulos, no encuentran en la vida nada que les haga tomar las riendas de la suya propia y empezar a producir y crear para emprender su propio camino. Desisten ante el primer atisbo de esfuerzo necesario por su parte en cualquier tarea que emprenden.

Por eso padres, yo os acuso de gran parte de la culpa, porque es cierto que ser padre es complicado y que todo el mundo se puede equivocar, pero es extraño que todos os hayáis equivocado a la misma vez, reconocerlo, se os ha ido de las manos, os habéis relajado, habéis antepuesto vuestro egoísmo a la convivencia de todos, y habéis dejado al mundo el rastro de vuestros errores, que al final tarde o temprano todos sufriremos. Pero no quiero que este tipo de gente crea que la culpa la tienen otros (algo que suelen hacer muy a menudo para sentirse menos culpables), puede que se hayan equivocado con vuestra educación, pero al final los que no aportáis sois vosotros, vuestros padres lo pueden hacer mejor o peor, pero tenéis que ser los suficientemente inteligentes (la ciencia corrobora que disponéis de un cerebro completamente humano y sano después de todo) para discernir entre lo que os han enseñado y lo que realmente queréis ser, porque sería muy triste pasar por el mundo sin hacer nada de provecho, pensando que lo más inteligente es recular para sobrevivir como auténticos vagos cobardes.


3 comentarios:

  1. Ahí, dales duro, M.A.! Yo comparto la desilusión por las nuevas generaciones. Quizá haya quien se ría de nosotros porque ni tú ni yo llegamos a los 30, pero aun así yo miro hacia abajo y se me caen los hue*** al suelo.

    Hay un desinterés por todo en general, una manera de vivir consistente en ir pasando el tiempo, un sistema educativo que ha pasado de dar con la regla en los dedos a no poder ni expulsar a un alumno que se porta mal.

    En nuestros tiempos los padres nos daban una torta, nos decían "esto no te lo voy a comprar porque X", y con el tiempo nos hemos dado cuenta de que nos educaron bien. Aun así yo también tuve una época escolar donde se veían atisbos del mal que azota al sistema educativo en estos momentos, la ley del mínimo esfuerzo, los exámenes fáciles y recuperables, la ausencia de reválidas, una selectividad donde te podías girar a copiar al de detrás y raramente te decía nada, unas puntuaciones que sabías que eran más altas de lo que merecías. Eso lo he vivido y me ha afectado, porque tengo inquietudes culturales pero estudio mal, y me consta que con los años ha ido a peor.

    Sinceramente, yo no le veo solución y no soy muy optimista con la idea de un cambio. Estamos condenados. Y ojo, que igual que tú estoy omitiendo el tema criminal, que lo que me preocupa son los chavales que no son criminales pero no dan palo al agua, no saben escribir y apenas leen y no valoran nada de lo que tienen porque lo consideran algo natural. Como nos han dicho nuestros mayores alguna vez, y cuánta razón tenían, "tendrías que pasar una guerra".

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  2. Yo pienso tb que el gobierno y sus leyes tienen muchísima culpa. A todos nos han dado algún cachetazo que otro porque la hemos cagado bien y hemos agachado la cabeza sabiendo que ese cachetazo estaba justificado (está claro que hablo de casos de familias normales, no conflictivas) y ahora, muy fuerte, el niñato puede denunciarte y ¡se te cae el pelo!
    No olvidemos tp a los maestros, este colectivo que ha pasado de tener autoridad sobre el alumnado y recibir la atención de Don/Doña, a ser el último mono, recibir constantes amenazas y agresiones, tanto verbales como físicas. Y no les digamos ni hagamos nada a estos seres, que podrían tener un trauma...
    ¡¡Basta ya!! Basta de aguantar y permitir que estos sabiondos (porque, además, con el acceso y el exceso de información que adquieren a diario se las saben todas...) nos puedan, se hunden y lo peor, nos hunden a nosotros.
    Es increible lo que ha cambiado la educación en poco tiempo. Si el director del colegio o instituto llamaba a mi casa, me cagaba encima y yo no recibía palos ni soy una niña traumatizada ni nada de eso, ahora llama el director a casa de un alumno y los padres ¡¡¡se comen al director!!!

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  3. Está claro que la sobreprotección tanto a nivel de leyes como a nivel de educación parental es el gran escollo a superar. La solución no es vivir una guerra, sino enseñar historia, y aportarles toda la educación y cultura posible para que sean conscientes de lo que significan las cosas, y tengan herramientas para defenderse, su actitud pasota no hace otra cosa que postergar su enfrentamiento con la vida, en la que tarde o temprano tendrán que llevar a cabo y que cuanto más tiempo pasa, más difícil se les va a poner el combate. Preveo no solo delicuencia, sino también situaciones límite de distinto tipo (derivadas de este choque que tarde o temprano harán con la vida real), esto en unas generaciones las cuales han tenido a su alcance muchísimos medios es vergonzante.

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