miércoles, 13 de octubre de 2010

Capítulo 30: Política



Seguramente el tema/título de este artículo lo hará de todo menos apetecible para la gran mayoría.

Y es que oímos la palabra “política” e intentamos evitar escuchar o leer nada, pensamos que alguien va a venir a decirnos a quien tenemos que votar, que a su vez a él le han enseñado o inculcado a quien tiene que votar y por otro lado tampoco queremos dar nuestra opinión para que no nos tilden de que nuestras ideas pertenezcan a algún partido y crearnos así posibles enemigos.

El tema político a nivel mundial se lleva con un curioso mutis/pasotismo por parte de la población a pesar de que dependemos totalmente de él. En la era de la información, de la opinión libre, de los foros, las convenciones, etc. Casi nadie quiere opinar ni hablar de política.

Desde pequeños nos enseñaron que es mejor no opinar, porque lo único que se puede conseguir es ganarte algún detractor, una manera de posicionarte, de delatarte, como si estuviéramos en plena guerra y pudiésemos levantar sospechar sobre pertenecer a una u otra ideología y correr el riesgo de recibir un disparo. Y es que parece que a la mayoría le graban las ideas de un partido a fuego, como si sus padres, sus abuelos y ellos mismos estuvieran ligados y comprometidos de por vida, esto hace que la política se guíe por peligrosos sectarismos.

La mayoría conocemos al político, el personaje, nos cae bien o nos cae mal, pero apenas conocemos su programa electoral, sus ideas, que al fin y al cabo es lo que nos va a llevar por un camino o por otro, nos dejamos engatusar con acciones concretas, con frases hechas, con cuentos, con apariencias.
Con todos los medios a nuestro alcance, somos capaces de echarnos a la calle porque nuestro equipo favorito gana un título o hacernos fan de un grupo que alega una causa que apoyamos, pero sin más, sin más esfuerzo, con comodidad, en anonimato, pero no somos capaces de dar la cara para cosas que realmente valen la pena, cuando las cosas no funcionan, de movilizarnos ante ciertas decisiones políticas que supongan un ataque contra nuestra libertad, contra nuestra intimidad, contra nuestro trabajo, nuestra economía, nuestras leyes, etc. Lo vemos todo pasar, con desánimo e indiferencia, con la sensación de que no podemos hacer nada, y que todo podía ser peor.

Demasiada gente lo ha pasado mal y ha muerto para que ahora nosotros dejemos de ejercer los derechos que tanto ha costado conseguir, para incluso ir perdiéndolos poco a poco, sin darnos cuenta y actuar como auténticos pusilánimes. Porque la actitud más fácil es o bien quedarnos al margen, o renegar de lo establecido (antisistema), lo difícil queda en opinar, aportar algo y ejercer por medios legales nuestra posición.

En España, todo el mundo tiene que ser como Maradona, o blanco o negro, gris nunca, ni morado, ni verde, ni ningún otro color, la política la marca una preocupante bipolaridad, unos conceptos preestablecidos para cada polo, un estilo para cada uno, una apariencia, una herencia. Creo que va siendo hora de estudiar la palabra democracia, proponer y promover nuestra opinión, respetando la de los demás, para ejercer así nuestro derecho, exigiendo a la clase política la misma seriedad, responsabilidad, integridad, compromiso y saber hacer que exige llevar el rumbo y condicionar la vida de miles y millones de personas.

lunes, 4 de octubre de 2010

Capítulo 29: La muerte



Smash cut es el nombre de un recurso usado en cine y televisión, es ese fundido a color negro sin previo aviso, no es como esos finales que van atenuando la oscuridad hasta fundir con el negro (fade to black), en este caso es un negro total, de golpe, como si se hubiera estropeado el televisor, como si alguien hubiese tirado del cable.

En la película de el cuervo se decía “La infancia termina cuando sabes que vas a morir”, si ese es el caso, la mía terminó pronto, desde que tengo uso de razón siempre me ha inquietado el tema, aceptando el hecho de que algún día dejaré todo esto, por un lado te planteas cual es la mejor manera de actuar y de llevarlo hasta entonces, es difícil plantear esto sin caer en la típica espiral negativa de que más da todo si el final ya está claro. Aparte de este ejercicio filosófico, resulta otro ejercicio, este más bien de tono científico el pensar, el cómo será, si hay una luz blanca, si todo se vuelve negro, si vemos a los seres queridos, si alguna parte de nosotros queda viva, etc.

Resulta curioso que me planteé todo esto desde tan temprana edad, y no sé si por aquello que dicen de que lo que piensas toma parte de realidad de alguna manera, porque mi relación con la muerte ha sido más estrecha de lo que me gustaría. Por un lado, tratándose de mí mismo, se puede decir que la he esquivado dos veces de manera reseñable. La primera fue cuando estando en una casa de campo, una escopeta cayó al suelo por accidente y se disparó, hubo un silencio, la gente se miraba, se tocaba, yo miré hacia el monte pensando en que se trataba de algún tipo de cacería cercana, me di la vuelta y la gente gritaba hacia mí, me toqué la cara y las manos se me llenaron de sangre, pasaron unos minutos hasta que lo entendí todo, la bala había pasado rozando mi cara (hoy una pequeña cicatriz recuerda aquello), fue solo cuestión de centímetros. La segunda vez fue unos años después, había una fuerte tormenta, me dirigí hacia el baño, un baño en reformas, que tenía los enchufes sin terminar, estaba mirando al espejo cuando oí un fuerte chasquido y de pronto todo se puso de color blanco. Diez minutos después no oía apenas nada, notaba que me movían que me gritaban, empecé a vislumbrar formas a través del blanco, y el pitido del oído se iba disipando y me dejaba oír los gritos de forma ahogada, estaba en el suelo y me sangraba la nariz, al parecer un rayo había caído sobre la casa llevándose a su paso todo aparato eléctrico, recorrió la casa e hizo su salida por los enchufes del baño. Ese mismo día visité al médico y no encontraba razón médica posible para que mi corazón siguiese latiendo, pero seguía.

De manera más indirecta, he sido espectador de excepción (cruel honor) en el momento justo de la muerte de las dos personas más importantes, influyentes y más queridas de mi vida, el momento justo en que la vida expira, el paso de la vida a la muerte.

Todo esto no ha hecho otra cosa que mantener mi debate mental en cuanto al tema, y con el tiempo he ganado en incredulidad, es bonito creer en cosas, tener fe, pensar que todo ocurre por algo, el destino, que un hombre con barba vendrá a saludarnos o que nos espera un aren de mujeres, pero sinceramente, creo que todo este tema es tan aleatorio como parece, y teniendo en cuenta que es un hecho inevitable, creo que hay que juzgarlo teniendo en cuenta esas dos premisas, lo sé, es difícil, aceptar esto de inicio es difícil, es como jugar un partido sabiendo cual va a ser el resultado final, pero creo que tampoco podemos juzgar esto como un final de una historia, sino como un hecho inevitable y aislado, poniendo el principio, el desenlace y el final en la vida. No me gusta cuando la gente usa la muerte en cualquiera de sus vertientes como excusa para descuidarse en la vida, para no tener nada en cuenta, para dejar de darle importancia a cualquier otra cosa, no hay nada más importante que la propia vida, ni nada tiene tanto sentido como ella.

Podíamos tirarnos una vida entera debatiendo sobre que significa la muerte, qué sentido tiene, que sentimos, que nos pasa, que reacción tiene nuestro cerebro, nuestro cuerpo, que pasa con nuestra alma, pero todo es tan sencillo como….(smash cut)