Desde hace un tiempo que hemos adoptado ya como
cotidiano el concepto de “ni-ni”, para referirnos a las grandes hordas de
jóvenes que ni estudian, ni trabajan, y que además carecen de motivación,
estudios académicos y con una fuerte tendencia tanto a su propia
autodestrucción como a la destrucción en todo lo que les rodea.
Seguramente conozcáis a más de un individuo de estas
características, e incluso a varios. En principio quieren atribuir este
concepto a las nuevas generaciones de adolescentes o jóvenes que no superan la
veintena, pero creo que aunque evidentemente son los rangos de edad donde más
se puede ver este perfil, hay personas fuera de este rango con el mismo
problema de base. La pregunta es, ¿Cómo ha podido pasar todo esto? ¿Cuál ha
sido el factor determinante?
La respuesta a estas y todas las preguntas que se
puedan formular sobre este tema es la misma: la educación. El aumento de poder
adquisitivo por parte de las familias con el paso de los años ha supuesto una
lacra en términos de educación, aparte de que cada vez los niños tienen más
cosas y medios a su alcance, los esfuerzos por tener o conseguir cualquier cosa
se han visto reducidos ante la pasividad de unos padres estresados y sin tiempo
que quieren lo mejor para sus hijos, dándole la máxima cantidad de cosas materiales,
y solventando las trifulcas y los conflictos por el camino más rápido, aquel en
el que ceden a las pretensiones de sus hijos, convirtiéndolos a estos en
auténticos terroristas morales.
El humano por naturaleza se rige por necesidades,
siempre que se cubra una, aparecerá otra que aspira a algo más, ¿Por qué estos
individuos se muestran desmotivados?, porque su vida antes de empezar a
independizarse es mucho mejor que lo que será su vida una vez se independizan,
se acostumbran a un ritmo de compras, dinero y un tren de vida, que no pueden
mantener por ellos mismos al independizarse, porque entre otras cosas, nunca se
les ha hecho entender el valor de las cosas y el esfuerzo necesario para
conseguirlas.
Por otro lado los padres han confundido la modernidad
y los nuevos tiempos, con una impunidad total hacia cualquier error que puedan
cometer, esto sumado a una falta de autoridad generalizada en las decisiones de
los progenitores, hacen entrar a estos jóvenes en un “vacío legal” que creen
que se puede perpetuar más allá de los muros de su casa. Diluyen con esto
también el concepto de autoridad y respeto.
No presentan motivación por nada, han perdido la
ilusión antes el abrumador número de estímulos, no encuentran en la vida nada
que les haga tomar las riendas de la suya propia y empezar a producir y crear
para emprender su propio camino. Desisten ante el primer atisbo de esfuerzo
necesario por su parte en cualquier tarea que emprenden.
Por eso padres, yo os acuso de gran parte de la
culpa, porque es cierto que ser padre es complicado y que todo el mundo se
puede equivocar, pero es extraño que todos os hayáis equivocado a la misma vez,
reconocerlo, se os ha ido de las manos, os habéis relajado, habéis antepuesto
vuestro egoísmo a la convivencia de todos, y habéis dejado al mundo el rastro
de vuestros errores, que al final tarde o temprano todos sufriremos. Pero no
quiero que este tipo de gente crea que la culpa la tienen otros (algo que
suelen hacer muy a menudo para sentirse menos culpables), puede que se hayan
equivocado con vuestra educación, pero al final los que no aportáis sois
vosotros, vuestros padres lo pueden hacer mejor o peor, pero tenéis que ser los
suficientemente inteligentes (la ciencia corrobora que disponéis de un cerebro
completamente humano y sano después de todo) para discernir entre lo que os han
enseñado y lo que realmente queréis ser, porque sería muy triste pasar por el
mundo sin hacer nada de provecho, pensando que lo más inteligente es recular
para sobrevivir como auténticos vagos cobardes.