Las redes sociales son aquellas herramientas web que
nos permiten mantener el contacto tanto con gente a la que conocemos así como
nos ofrece la posibilidad de realizar nuevas amistades y contactos. Permiten
compartir contenido, interactuar y crear comunidades sobre gustos comunes.
A grandes rasgos, su cometido es aumentar la
comunicación entre personas, así como aumentar la conectividad entre
desconocidos con gustos similares.
Pero como en todo, existe una teoría y una práctica.
En la práctica, como en la misma sociedad de a pie, nos creamos un papel,
mostramos las imágenes con nuestro mejor perfil, en sitios y lugares que sean
admirables para los demás, o donde estemos rodeados de gente guapa que nos
pueda aportar cierto caché social.
En nuestro perfil, intentamos diseminarnos de la
manera más simple y políticamente correcta posible siempre en pos de la
modernidad, siguiendo el viento de las modas.
Nos agregamos a grupos en los que el nombre que lo
describe es prácticamente un chiste o sobre alguna causa sin sentido que
describe algo que resulta muy cotidiano y que por tanto el creador conseguirá
un gran número de personas que se sientan relacionadas, sobre alguna causa
samaritana de ámbito general que represente nuestra parte bondadosa y algún
grupo que su único objetivo sea juntar a muchas personas para intentar
conseguir algo (si el mismo número de gente que solicita estas cosas saliera a
la calle para conseguir lo mismo, la historia sería muy distinta, pero una cosa
es salir a la calle y otra muy distinta es pulsar un botón).
Podemos expresar nuestros gustos mediante enlaces a
música, a videos, a páginas webs, o directamente exponiendo que es lo que
pensamos en el momento concreto (me pregunto si realmente esto lo ha hecho
alguien de manera honesta), opción que siempre usamos para poner algo que suene
bien, se aceptan frases ingeniosas, letras de canciones, citas célebres, frases
ambiguas para crear comentarios, etc.
Como en la vida real, tener muchos amigos es siempre
bueno, es síntoma inequívoco de gozar de una buena salud social, si a eso le
sumamos el añadido que supone mirar indiscretamente información personal,
fotos, etc. del “amigo” añadido, es vital para todos añadir a todo conocido del
conocido de un amigo, sobre todo, si además está de buen ver.
Pero no pongo en duda su efectividad, en una
sociedad donde cada vez tanto el tiempo como la concentración son más escasos,
poder visionar de una tacada toda la información, fotos y otros datos de una
persona, es mucho mejor que el esfuerzo que suponía en tiempos arcaicos,
chatear, afianzar una confianza con el paso de las conversaciones, conocerla y
finalmente recibir alguna foto, etc.
El consumo social, sin esfuerzo, con el único coste
de la pérdida de privacidad que supone adherir cualquier contenido a algunas de
estas webs, las cuales desde dicho momento guardan tu ADN virtual (fotos,
datos, etc.) de por vida, con la posibilidad de usarlo cuando y como más le
plazca.
Por si acaso, yo estoy registrado en alguna, porque temo
que tarde o temprano, quien no exista en las redes sociales dejará de hacerlo
en la realidad, al igual que todo lo que no está en Internet, no existe y si
existe no merece suficientemente la pena.
Estoy de acuerdo en algunas cosas y otras no. En otras pienso de otra manera. Creo que en las redes sociales hacemos exhibicionismo, nos gusta que los demás sepan qué nos gusta, que vean nuestras fotos, que nos envidien por algo que sea remotamente envidiable. Algunos pueden más que otros, claro.
ResponderEliminarPor otro lado, me hace mucha gracia que todo el mundo, quien más quien menos, tenga tantísimos amigos. Yo lo habría llamado "contactos", porque eso es lo que son. ¿Cuántos amigos de verdad tenemos en la vida? Se cuentan con los dedos de dos manos como máximo. Por lo menos los amigos que son amigos en estos momentos, otra cosa es la sustitución que a menudo se da por distanciamiento paulatino y natural o por cese de las relaciones de forma abrupta.
Otra cosa es que, como bien dices, es muy fácil hacer las cosas con el ordenador, enviar abrazos virtuales y decir "cuando quieras quedamos", y luego no se hace porque en realidad da más pereza. Eso es triste, pero también creo que sin herramientas como éstas no sabríamos nada de muchas personas, sólo de las más íntimas, y a mí personalmente me gusta saber que están bien incluso las personas a las que considero simples conocidas.
Tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, como todo, pero donde esté el encanto de una carta de correo tradicional, que yo usé hasta bien entrados los 2000...
El problema de esta herramienta como ocurre con otras, es que su uso se va banalizando, deteriorando tanto que acaba por perder el sentido incial de la idea. Aunque es cierto que nos acercan a personas con las que perdimos en contacto, también es cierto que el uso que tiene, nos hace tender hacia un contacto frío y frívolo que está lejos del que creo que sería adecuado para mantenernos socialmente vivos.
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