jueves, 25 de octubre de 2012

Capítulo 53: El juego de las sillas




Recuerdo un juego en el que nos hacían participar en clase de primaria, la mecánica era sencilla, sonaba una música mientras toda la clase danzaba alrededor de un grupo de sillas puestas en círculo, todo era felicidad y  risas mientras la música sonaba, pero cuando paraba, cada uno debía buscar con la mayor rapidez posible una silla en la que sentarse, la clave estaba en que había una silla menos, de manera que alguien quedaba eliminado para la siguiente ronda, luego se quitaba una silla, la música volvía a sonar y todo volvía a empezar. Con el paso de las rondas las miradas se volvían más desafiantes y los movimientos corporales se tornaban más toscos, mecánicos, cargados de intencionalidad, buscando claramente permanecer cerca de una de las sillas para no quedarse fuera.

En teoría el juego busca la estimulación sensorial, pero al final lo que consigue no es otra cosa que la competición más feroz, el egoísmo y la frustración.

Cuando te encontrabas ensimismado y moviéndote al compás, casi por inercia, la música paraba, y entonces ahí estabas en medio de todas las sillas ocupadas, con miradas de burla, te quedabas paralizado, y alguien te tocaba para apartarte, porque estabas eliminado, y otra ronda iba a comenzar.
No puedo dejar de pensar en esta imagen y hacer un paralelismo con el tema de estudios, desde hace décadas padres, profesores, gobiernos e incluso empresas, nos han contado que el camino a seguir para tener un buen futuro era prepararse, estudiar, cuanto más mejor, más posibilidades, mejor futuro, mayores oportunidades.

Con estas premisas, la mayoría de jóvenes, cada uno dentro de sus posibilidades se preparó, se sacrificó pensando en su futuro, fue bailando al son de la música sin preocuparse por las sillas, pero de pronto la música paró, y apenas quedaban sillas que ocupar.

Hablamos de gente que comparativamente hablando está mucho más preparada en todos los sentidos que cualquier político de turno, ahora sin música y a la deriva, buscan una oportunidad, aun conservando esa cara de incredulidad e indignación, buscando esa silla, preguntándose quien puso la música y donde están las sillas, preguntándose incluso quien inventó el juego.

Por si fuera poco, a toda esta gente ahora se le exige arreglar la situación, levantar algo que otros hundieron, lo que nadie se pregunta es quien va a levantar el ánimo y las esperanzas de toda esta gente, quién o qué va a arreglar todas esas ilusiones, ese trabajo sin recompensa.

Solo espero que cuando toda esta gente preparada tarde o temprano tome las riendas, no se limiten a poner una nueva canción sino que rompan con la hegemonía de las sillas, la música y el danzar sin sentido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario