Estamos ya tristemente acostumbrados a oír la
palabra crisis por doquier en los últimos tiempos, se ha hablado mucho de la
crisis económica, pero sin duda, hay otro tipo de crisis que ha conllevado
mayores grietas económicas así como una mayor desconfianza en el conjunto de la
sociedad.
Hablo de una crisis de liderazgo, hemos vivido una
larga época de cierta bonanza económica, algo innegable, donde los negocios
crecían, las empresas mejoraban sus números año a año ( a día de hoy muchas
siguen sin entender que este incremento exponencial no se puede mantener
infinitamente) y la creación de nuevas fórmulas conseguían hacerse un hueco,
con este panorama las figuras de responsabilidad de cualquier tipo de negocio
lo tenían más fácil, estas figuras suelen ser como superhéroes, un gran sueldo
(poder) que conlleva una gran responsabilidad, de manera que cuando la inercia
es positiva, la parte de la responsabilidad está bastante endulzada y el poder
solo aumenta, unos grandes bonus o primas, felicitaciones aquí y allá, gráficas
con flechas ascendentes, datos, estadísticas comparativas, etc.
Pero, ¿qué ocurre cuando la situación se tuerce y es
necesario que utilicen aquellas habilidades organizativas/directivas para/con
las que fueron contratados para controlar o solventar una situación adversa?,
la respuesta es que en la mayoría de casos no dan la talla. Nerviosismo,
decisiones desacertadas, incapacidad para motivar a sus subordinados,
crispación, traspaso de responsabilidades inherentes al supuesto, son algunos
de los síntomas más visibles. La pregunta no es si realmente esta gente está o
no preparada, ya que una gran parte, sobre el papel, académica y
curricularmente hablando, esta gente debería saber solventar cualquier
contratiempo, es la falta de tensión en tanto tiempo, es principalmente la
falta de actitud y no de aptitud lo que hace que estas figuras no estén a la
altura.
Por supuesto, existen grados, así que por un lado
tenemos una minoría que ha enfrentado la situación adversa con una honestidad
medianamente respetable, como que por otro lado, hay quienes se han mantenido
sus bonificaciones como si se dieran los datos más optimistas incluso a costa
del resto de empleados, incluyendo despidos, dejando claro que la moral y la
honestidad de cada uno tiene diferente medida. Lo que no se puede negar es que la
mayoría no ha estado a la altura, y es algo que considero que las empresas
deberían plantearse (algunas ya lo hacen, poniendo por delante las actitudes de
las personas en sus nuevas contrataciones, vigilando sus acciones y exigiendo
un nivel acorde con el puesto). Si, la
crisis quizás haya sido magnificada por unos mandos inoperantes en momentos
claves, que hunden más si cabe cualquier barco con golpes de timón
desacertados, no estando a la altura de lo que se espera de cualquier capitán
que se precie.
Una cosa está bien clara, los empleados son la
imagen de una empresa, pero las directrices, la filosofía y el rumbo es
responsabilidad de solo unos pocos que deberían tener el honor como principal
cualidad demostrable.
Muy buen punto. De hecho la crisis es tan profunda porque a la hora de capearla se ha visto como había muchos líderes que se llenaban la boca de grandes palabras y a la hora de la verdad... Y para salir de ella también hacen flata líderes. Las empresas que están creciendo ahora son las que tienen buenos líderes. Sería interesante buscarlas y ver qué han hecho bien.
ResponderEliminarMuy buen comentario que poca gente ha mencionado.