lunes, 3 de octubre de 2011

Capítulo 45: El estado del bienestar




Según la Wikipedia: “Monopoly es un juego de mesa de bienes raíces, hoy en día producido por la empresa estadounidense de accionistas Hasbro de Rhode Island. Monopoly es uno de los juegos de mesa comerciales más vendidos del mundo.

Como el nombre sugiere, el objetivo del juego es hacer un monopolio de oferta, poseyendo todas las propiedades inmuebles que aparecen en el juego. Los jugadores mueven sus respectivas fichas por turnos en sentido horario alrededor de un tablero, basándose en la puntuación de los dados, y caen en propiedades que pueden comprar de un banco imaginario, o dejar que el banco las subaste en caso de no ser compradas. Si las propiedades en las que caen ya tienen dueños, los dueños pueden cobrar alquileres o quien caiga podrá comprárselas.”

Lo sé, leyendo esto estáis pensando en otro juego mucho más real, del que sin querer somos todos partícipes, nos movemos por el tablero, con el dinero/educación que nuestros padres nos han dejado de su partida anterior y nos alientan para comprar una propiedad, seguir en el juego, intentando hacernos creer que es la única manera de jugar la partida. La mecánica impuesta es sencilla, no tienes posibilidades de ganar la partida si no dispones de una propiedad, si no compras, no estarás en el tablero.

El problema es que aquí la banca no es un ente imaginario neutro, se trata de entidades reales, con intereses propios, detrás de la cuales existen personas que reciben beneficio. Como en el juego de mesa, la banca nunca pierde, si es necesario se crean nuevos paquetes de billetes para que el juego continúe, pero, aunque se diese el hipotético caso de que obtengáis muchos inmuebles, y creáis que tenéis posibilidades de ganar la partida, todo acabará tarde o temprano y todas las fichas y todos los billetes puestos en circulación volverán a la caja, y otra partida empezará.

Atrapados en un tablero sin salida, parece todo tan normal que casi nos hemos acostumbrado, la inmersión como opiáceo, todo está lleno de jugadores, todos aspiramos a sentirnos realizados como una ficha que juega una partida de manera astuta, pero entonces algo va mal, la banca se cansa de jugadores que no aportan nada al tablero, y decide retirar fichas y restringir los pequeños billetes, es entonces cuando salimos de nuestro ensimismamiento y empezamos a pensar que todo esto es un juego, un juego en el que alguien siempre gana y otros muchos siempre pierden, en que las reglas se cambian al antojo de la banca, los dueños del tablero, en el que solo resultamos ser simples fichas de plástico.

Teniendo dinero de papel, propiedades volátiles, el azar de los números y unas reglas en juego, solo queda algo de nuestra mano, elegir democráticamente que ficha queremos ser.

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