El fútbol es un deporte de pelota en el que un grupo
de jugadores repartidos en dos equipos intentan introducir la bola dentro de la
portería contraria. Para jugar se utiliza principalmente los pies, aunque
existe la posibilidad de usar otras partes del cuerpo a excepción de los
brazos.
Con el tiempo, el hecho de correr detrás de la
pelota ha evolucionado mucho, dando como resultado toda una filosofía sobre
estrategias a llevar a cabo, tácticas o posicionamiento sobre el campo, labores
que suele realizar la figura de un
entrenador.
Le llaman deporte rey, y no es para menos, es quizás
el deporte más famoso a nivel mundial y por tanto uno de los que más factura
(léase mayor número de apuestas, de merchandising, de cuota de pantalla, etc.).
Algunos lo llaman el opio del pueblo.
Es por esa misma magnitud que ha alcanzado, que hace
especialmente nocivo la degradación existente de parte de los valores que en
teoría debería inculcar. Valores como el juego en equipo, el compañerismo, el
juego limpio o el respeto al rival entre otros.
Los jugadores de primer nivel, cobran sueldos
estratosféricos, venerados por las masas, se convierten en verdaderos ídolos
más allá del terreno de juego, toda esta vorágine de endiosamiento (una ironía
visual de esto es verlos conducir un coche de alta gama con el permiso recién
sacado y apenas habiendo cumplido la mayoría de edad) los convierte
automáticamente en influencia sobre todo para los jóvenes. La mayoría se
olvidan del juego en equipo para ensalzar egoístamente sus cualidades, cuidan
su aspecto e intentar marcar tendencias e incluso ideologías, cuando la mayoría
de estos siquiera ha terminado estudios básicos.
Las hinchadas se dejan el dinero, la garganta, el
tiempo, la piel e incluso a veces la vida, por desgracia literalmente hablando
en algunas ocasiones, por su equipo y es que como en todo lo que hacemos los
humanos, no sabemos hacer otra cosa que llevarla al extremo, no sabemos medir
las pasiones, la pasión convertida en odio, porque no basta con competir con un
rival y buscar una victoria, sino que hay que transformarlo en una auténtica
guerra con un enemigo, ser irrespetuoso, mofarse del rival, dañarlo, hundirlo,
humillarlo, aniquilarlo.
Es incomprensible por otra parte, que se le dediquen
diarios enteros, telediarios, canales de televisión, etc. a un solo deporte,
porque no solo supone la discriminación hacia otros deportes sino que se le
pone por encima de todas las cosas, por encima de las verdaderas noticias, por
encima de cosas realmente importantes que no son solo un juego.
Pero no me malinterpretéis, amo el fútbol, en
cualquiera de sus formas, pero no creo que esté transmitiendo los valores para
lo que fue creado, creo se ha convertido en un monstruo imparable insaciable de
dinero, creo que es increíble la implicación de muchos hinchas que transforman
su pasión por odio irracional incontrolable, alentados por los que realmente
sacan tajada de todo esto, creo que es increíble la importancia mediática e
informativa que se le presta, porque al fin de al cabo, el fútbol es un gran
espectáculo, pero solo sigue siendo un juego en el que un conjunto de jugadores
persiguen una pelota.
Amén de todos los jugadores y toda la gente que lo
valora como lo que realmente es, que promueve sus valores positivos, que saben
ganar, que saben perder y que saben disfrutar sanamente del espectáculo y la
competición, porque ellos son los que hacen realmente grande este deporte.
El deporte rey en cada país es diferente. En los Estados Unidos creo que hay una sana rivalidad en este sentido entre el béisbol y el baloncesto, y les sigue no muy de lejos el hockey sobre hielo. En Japón es el béisbol indiscutiblemente, y en el estado español lo que tú has dicho, con los otros deportes siguiéndole muy, pero que muy de lejos.
ResponderEliminarQue haya un solo deporte rey supongo que es lo que provoca el endiosamiento, y si encima la BBVA se considera la mejor liga del mundo, échales agua a los garbanzos.
Pero siguiendo mi tono realista-pesimista de siempre, estoy convencido de que no hay marcha atrás. Parecía que durante unos años los precios que se pagaban por los jugadores estrella se habían moderado un poco, sin dejar de ser estratosféricos, pero recientemente un empresario español presente en la lista de los más ricos del mundo de la revista Forbes ha vuelto a hacerse cargo de un equipo de primera línea y es muy posible que este verano vuelva a superarse la barrera de los 100 millones de euros. Una p* barbaridad.
Lo que tendrían que hacer es invertir el dinero en la formación de futbolistas de aquí, tal como hace el hockey catalán, que produce los mejores jugadores del mundo de ese deporte y no se busca rentabilizarlo con publicidad. Pero sabemos que no van a leer mi consejo.