Hace dos días estaba durmiendo tranquilamente en un
hotel en Roma, dormía plácidamente hasta que un sonido estridente me despertó.
Decidí salir afuera para ver de qué se trataba, era la alarma de incendio, mire
alrededor, pero no había nadie por los pasillos, no existía ningún indicio de
que hubiese fuego en el edificio, decidí entonces prepararme por si acaso, ya
que el sonido no cesaba, volví a salir a la puerta y vi varias personas
vistiéndose por los pasillos corriendo, además, ahora si podía notar olor a
plástico quemado, algo no iba bien, así que decidí coger mis pertenencias lo
mejor que pude y salir corriendo por las escaleras de emergencias. Llegué al
vestíbulo y allí me encontré un panorama desolador, decenas de personas en
pijama y caras de preocupación, en ese mismo momento los bomberos hicieron su
entrada, y varios de ellos corrieron escaleras arriba mientras otros desplegaban
una manguera por los pasillos.
Me senté en las escaleras principales cerca de
recepción a la espera de noticias, las conversaciones en grupos reducidos se
daban en diferentes idiomas y reinaba el desconcierto. Y en ese momento, ahí
estaba, el reportero improvisado, el buscador de la gloria; un joven hacía
fotografías ante la pasividad del personal, lanzaba flashes al aire ante la
pasividad de unos y la indignación (me incluyo en este grupo) de otros. ¿Cómo
alguien puede intentar sacar un recuerdo de un momento así? ¿Qué pretende con
la instantánea, documentar su historia? ¿Acaso su credibilidad es tan nula como
para tener que apoyar su tesis en documentos visuales? ¿De dónde viene esa
influencia reportera sin escrúpulos tan banal?
No intentaba inmortalizar un momento, intentaba
inmortalizarse a sí mismo a través de una imagen exclusiva, es la herencia
periodística que nos ha quedado, nada ha ocurrido realmente si no existe la
prueba del momento, no has estado en un lugar si no tienes la imagen. ¿Cuándo nos
vendimos de esa manera a las imágenes? ¿Desde cuándo una imagen importa más que
cualquier otra cosa?
Aún tenía decenas de preguntas en la mente, cuando
al día siguiente fui a visitar algunos monumentos importantes de Roma con una
relevancia histórica incalculable y entonces, volvió a ocurrir. Varias personas
entran a un monumento histórico, el solo hecho de entrar deja boquiabierto a
cualquiera, puedes tirarte horas admirándolo todo, pero un gran número de
personas, no mira siquiera a su alrededor cuando dispara el flash, sin pensar,
sin mirar, sin admirar. De manera autómata, con ninguna intención de analizar
nada, la fotografía es más que suficiente, la experiencia del momento es lo de
menos, lo mejor es la gloria de después, la gloria para siempre, una medalla
para coleccionar, una colección de instantáneas vacías.
Después de todo esto estuve sensibilizado con el
tema, al punto de fijarme en todo tipo de detalles que tuviesen que ver con
estos comportamientos tan irracionales y encontré pruebas para mi tesis; gente
que echa fotografías a los lavabos, al suelo, al techo, a los pomos de la
puerta, a los carteles informativos....Todo esto no quiere decir que esté en
contra de la fotografía y de que cada uno haga fotos a lo que le apetezca, en
las cantidades que considere necesario, pero sí creo humildemente que hay gente
que debería de racionalizar el uso que hace con sus cámaras, porque a veces,
sin darse cuenta, se está perdiendo lo realmente importante e intenta capturar
con los medios inadecuados la magia de un momento y un lugar. También deberían
replantearse su moral aquellos que usan la fotografía como medio para el morbo
y la banalidad en momentos que no aplican.
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