lunes, 9 de agosto de 2010

Capítulo 23: De uso común




Cada vez estoy más convencido que la cualidad que más nos puede diferenciar de cualquier otra especie y la que puede marcar la diferencia a la hora de evolucionar como sociedad y como individuos es sin duda la educación.

La educación es en un concepto que abarca muchos otros, y está intrínsecamente relacionada con el respeto, el respeto hacia los demás, la base de la convivencia y del concepto de sociedad.

Hay una pauta de comportamiento que me llama mucho la atención que aunque a lo mejor pasamos desapercibida, es más importante de lo que puede parecer. La situación es la siguiente, estás en un establecimiento o lugar público y todo aquello que es de uso común se encuentra en estado lamentable, llegados a este punto podríamos pensar que esto es debido a que tiene un uso continuado por parte de una gran cantidad de gente, pero no, esta no es la razón principal, si no la causa, porque no sé qué ocurre, que cuando usamos algo de uso compartido sea lo que sea lo maltratamos con saña, porque por un lado no nos importa el deterioro que esto pueda tener y por otro lado porque nos importa bien poco la persona que venga detrás a usarlo.

Sí, es cierto, mira que molesta, llegamos a un lavabo público  y está hecho un asco, y no, no es que todas las personas que lo han usado lo usan así de mal en sus casas (al menos la mayoría), es que no siendo suyo y siendo de uso compartido lo van a usar como si de auténticos cerdos de piara se tratasen. Nos enfadamos, nos asqueamos e incluso despotricamos cuando hemos salido, pero una vez estamos dentro, nos aparece esa vena egoísta y mantenemos la pauta.

Pero no solo lavabos, mobiliario urbano, transportes públicos, playas, bosques, cualquier “ejemplar de prueba” y un larguísimo etcétera forman parte de la lista de servicios y lugares públicos que sufren este maltrato egoísta. Hacemos una cola para usar algo compartido, nos quejamos de lo que tardan los demás y como lo dejan los demás, ¿y qué hacemos nosotros?, exactamente lo mismo, como venganza, una venganza que alimenta la cadena de egoísmo. La falta de civismo, el eslabón que hace que se rompa la cadena de la sociedad.

Estos comportamientos truncan la confianza tanto de las instituciones como de las compañías, empresas, etc. que ponen algo a la disposición de todos para nuestro disfrute, comodidad o accesibilidad, así como crean una espiral de egoísmo del que nunca podremos escapar si no estamos dispuestos a sobreponernos a nuestro propio ego e intentar tratar la cosas tal como si de propias se tratasen, porque si no podemos tratar bien las cosas que compartimos, tampoco seremos capaces de tratarnos bien entre nosotros mismos.

Es el principio de la educación, la base del respeto, los grandes pilares de la sociedad.

2 comentarios:

  1. Confieso que cuando yo voy a un lavabo público y veo que el retrete está lleno de papel, orines y gotazas de éstos por todas partes... me esfuerzo menos a la hora de dirigir el chorro donde tocaría. Eso sí, las puertas no las lleno de consejos sobre la mejor manera de evacuar ni de teléfonos de enemigos ofreciéndose para relaciones homosexuales que en realidad no desean.

    No te digo que no tengas razón, no sé si es venganza o nos la suda todo, pero quizá en los lugares públicos hacemos lo que en nuestra casa no tenemos cojones de hacer, lo que nos gustaría hacer y no podemos porque sabemos que nos va a acarrear una amonestación o tendremos que arreglar nosotros mismos. Es triste, pero creo que es así. Yo intento no destrozar los bienes públicos, pero sí que es cierto lo que comentaba de los baños.

    Y hablando de baños, el de la foto mola mogollón, es dabuten, o fetén, o como quieras llamarlo. Fotográficamente muy interesante, y me traslada a la decadencia del cyberpunk.

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  2. Un pelin exagerado pero buena entrada...
    nos hace a todos reflexionar.

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