lunes, 7 de junio de 2010

Capítulo 19: Recursos humanos



El departamento de recursos humanos es el encargado de seleccionar a la persona más adecuada para una vacante en una empresa que además esté acorde con la filosofía de la misma. Y es que la simple expresión de “recursos humanos” ya suena de lo más mercantil. Una sutil forma de llamar al diferente ganado humano que se pasea por las oficinas.

Alrededor de la (aparente) simple idea de seleccionar personal, se ha creado toda una filosofía, estudios asociados, y un lenguaje propio. Es innegable que este apartado ha crecido mucho, las empresas intentan acertar en sus elecciones, obtener al candidato perfecto.

Han aumentado el número así como la variedad de pruebas destinadas a desenmascarar al candidato ideal. Empecemos por lo básico, como siempre, nuestro primer escollo será nuestro curriculum, ya sabéis, sintetizarnos en una sola página, con foto incluida, sí, esa que ofrece nuestro mejor perfil, pensad que la fotografía es lo primero que se mira y lo primero que crea una opinión o un sentimiento (rechazo/aceptación), por tanto, bien os vale cuidarla.

Una vez pasamos este filtro inicial, se empieza a jugar con la psicología, test de personalidad, de aptitudes, de actitudes, etc. Junto con pruebas de conocimientos específicos o idiomas entre otros.
A partir de aquí, empieza la búsqueda, la búsqueda hacia el actor perfecto para el papel. En las pruebas psicológicas por defecto intentaremos siempre resultar de lo más “normal” posible. Por esto ante una pregunta del tipo: ¿Qué haría usted en caso de incendio en su lugar de trabajo?, Usted debe contestar que siempre mantendría la calma, esperaría su turno para salir del edificio en orden, e incluso puede ampliar la respuesta, argumentando que probablemente buscaría una manguera para apagarlo, y sacaría a hombros a cada uno de los que permaneciesen dentro, en ningún momento usted debe de decir que saldría pisando a quien se le pusiera por delante, para salvar su vida por encima de todas las cosas, porque recuerde, quiere el puesto de trabajo.

En todo momento hay que parecer un ciudadano normal, sin gustos estridentes, sin una personalidad demasiado fuerte, sino mostrarse más bien como una calmada y dócil vaca hindú, alguien moldeable, trabajador, luchador, motivado.

Cuando pasamos todos estos nuevos filtros, llegamos al que suele suponer la última barrera hacia tu sueldo mensual, la entrevista personal. Aquí es más complicado, seguramente habréis leído mucho en Internet acerca de este momento, recordad, gesto relajado, firme apretón de manos, respuestas argumentadas, un poco de sentido del humor sin descaro para romper el hielo, bien vestido y peinado, zapatos nuevos, etc. No se trata de ser un figurante, sino de ganar el oscar. Seremos quien ellos quieran que seamos, porque queremos ese trabajo. Porque tenemos poco tiempo para representar nuestra obra, todo vale.

Es lógico que con esta premisa, en cada una de las pruebas que sean de carácter personal, vamos a mentir, porque no queremos ser nosotros, queremos ser ese candidato, nos obligan a ser ese candidato como única manera de conseguir el puesto, de esta manera iremos introduciendo diferentes arreglos, diferentes mentiras, para maquillar las pruebas hasta conseguir nuestra meta.

Llegados a este punto, no es mi intención cuestionar el trabajo de la gente que toma este tipo de decisiones, pero he visto un aumento exponencial con el paso de los años en cuanto a la complejidad de estos procesos se refiere y como a su vez los candidatos cada vez son menos adecuados a los puestos ofertados. De esta manera, yo personalmente si tuviera el poder de decidir en este sentido en una empresa en concreto, optaría por realizar unos procesos de selección simplificados teniendo en cuenta algo que seguramente nos va a ofrecer un mayor número de contrataciones satisfactorias que este cúmulo de filtros que no hacen otra cosa que aglomerar mentiras, un arma poderosa que nunca entra en las quinielas para estos procesos, la intuición.

No hay comentarios:

Publicar un comentario