El departamento de recursos humanos es el encargado
de seleccionar a la persona más adecuada para una vacante en una empresa que
además esté acorde con la filosofía de la misma. Y es que la simple expresión
de “recursos humanos” ya suena de lo más mercantil. Una sutil forma de llamar
al diferente ganado humano que se pasea por las oficinas.
Alrededor de la (aparente) simple idea de
seleccionar personal, se ha creado toda una filosofía, estudios asociados, y un
lenguaje propio. Es innegable que este apartado ha crecido mucho, las empresas
intentan acertar en sus elecciones, obtener al candidato perfecto.
Han aumentado el número así como la variedad de
pruebas destinadas a desenmascarar al candidato ideal. Empecemos por lo básico,
como siempre, nuestro primer escollo será nuestro curriculum, ya sabéis,
sintetizarnos en una sola página, con foto incluida, sí, esa que ofrece nuestro
mejor perfil, pensad que la fotografía es lo primero que se mira y lo primero
que crea una opinión o un sentimiento (rechazo/aceptación), por tanto, bien os
vale cuidarla.
Una vez pasamos este filtro inicial, se empieza a
jugar con la psicología, test de personalidad, de aptitudes, de actitudes, etc.
Junto con pruebas de conocimientos específicos o idiomas entre otros.
A partir de aquí, empieza la búsqueda, la búsqueda
hacia el actor perfecto para el papel. En las pruebas psicológicas por defecto
intentaremos siempre resultar de lo más “normal” posible. Por esto ante una
pregunta del tipo: ¿Qué haría usted en caso de incendio en su lugar de
trabajo?, Usted debe contestar que siempre mantendría la calma, esperaría su
turno para salir del edificio en orden, e incluso puede ampliar la respuesta,
argumentando que probablemente buscaría una manguera para apagarlo, y sacaría a
hombros a cada uno de los que permaneciesen dentro, en ningún momento usted
debe de decir que saldría pisando a quien se le pusiera por delante, para
salvar su vida por encima de todas las cosas, porque recuerde, quiere el puesto
de trabajo.
En todo momento hay que parecer un ciudadano normal,
sin gustos estridentes, sin una personalidad demasiado fuerte, sino mostrarse
más bien como una calmada y dócil vaca hindú, alguien moldeable, trabajador,
luchador, motivado.
Cuando pasamos todos estos nuevos filtros, llegamos
al que suele suponer la última barrera hacia tu sueldo mensual, la entrevista
personal. Aquí es más complicado, seguramente habréis leído mucho en Internet
acerca de este momento, recordad, gesto relajado, firme apretón de manos,
respuestas argumentadas, un poco de sentido del humor sin descaro para romper
el hielo, bien vestido y peinado, zapatos nuevos, etc. No se trata de ser un
figurante, sino de ganar el oscar. Seremos quien ellos quieran que seamos,
porque queremos ese trabajo. Porque tenemos poco tiempo para representar
nuestra obra, todo vale.
Es lógico que con esta premisa, en cada una de las
pruebas que sean de carácter personal, vamos a mentir, porque no queremos ser
nosotros, queremos ser ese candidato, nos obligan a ser ese candidato como
única manera de conseguir el puesto, de esta manera iremos introduciendo
diferentes arreglos, diferentes mentiras, para maquillar las pruebas hasta
conseguir nuestra meta.
Llegados a este punto, no es mi intención cuestionar
el trabajo de la gente que toma este tipo de decisiones, pero he visto un
aumento exponencial con el paso de los años en cuanto a la complejidad de estos
procesos se refiere y como a su vez los candidatos cada vez son menos adecuados
a los puestos ofertados. De esta manera, yo personalmente si tuviera el poder
de decidir en este sentido en una empresa en concreto, optaría por realizar
unos procesos de selección simplificados teniendo en cuenta algo que
seguramente nos va a ofrecer un mayor número de contrataciones satisfactorias
que este cúmulo de filtros que no hacen otra cosa que aglomerar mentiras, un
arma poderosa que nunca entra en las quinielas para estos procesos, la
intuición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario