Cada vez estoy más convencido que la cualidad que
más nos puede diferenciar de cualquier otra especie y la que puede marcar la
diferencia a la hora de evolucionar como sociedad y como individuos es sin duda
la educación.
La educación es en un concepto que abarca muchos
otros, y está intrínsecamente relacionada con el respeto, el respeto hacia los
demás, la base de la convivencia y del concepto de sociedad.
Hay una pauta de comportamiento que me llama mucho
la atención que aunque a lo mejor pasamos desapercibida, es más importante de
lo que puede parecer. La situación es la siguiente, estás en un establecimiento
o lugar público y todo aquello que es de uso común se encuentra en estado
lamentable, llegados a este punto podríamos pensar que esto es debido a que
tiene un uso continuado por parte de una gran cantidad de gente, pero no, esta
no es la razón principal, si no la causa, porque no sé qué ocurre, que cuando
usamos algo de uso compartido sea lo que sea lo maltratamos con saña, porque
por un lado no nos importa el deterioro que esto pueda tener y por otro lado
porque nos importa bien poco la persona que venga detrás a usarlo.
Sí, es cierto, mira que molesta, llegamos a un
lavabo público y está hecho un asco, y
no, no es que todas las personas que lo han usado lo usan así de mal en sus
casas (al menos la mayoría), es que no siendo suyo y siendo de uso compartido
lo van a usar como si de auténticos cerdos de piara se tratasen. Nos enfadamos,
nos asqueamos e incluso despotricamos cuando hemos salido, pero una vez estamos
dentro, nos aparece esa vena egoísta y mantenemos la pauta.
Pero no solo lavabos, mobiliario urbano, transportes
públicos, playas, bosques, cualquier “ejemplar de prueba” y un larguísimo
etcétera forman parte de la lista de servicios y lugares públicos que sufren
este maltrato egoísta. Hacemos una cola para usar algo compartido, nos quejamos
de lo que tardan los demás y como lo dejan los demás, ¿y qué hacemos nosotros?,
exactamente lo mismo, como venganza, una venganza que alimenta la cadena de
egoísmo. La falta de civismo, el eslabón que hace que se rompa la cadena de la
sociedad.
Estos comportamientos truncan la confianza tanto de
las instituciones como de las compañías, empresas, etc. que ponen algo a la
disposición de todos para nuestro disfrute, comodidad o accesibilidad, así como
crean una espiral de egoísmo del que nunca podremos escapar si no estamos
dispuestos a sobreponernos a nuestro propio ego e intentar tratar la cosas tal
como si de propias se tratasen, porque si no podemos tratar bien las cosas que
compartimos, tampoco seremos capaces de tratarnos bien entre nosotros mismos.
Es el principio de la educación, la base del
respeto, los grandes pilares de la sociedad.
Confieso que cuando yo voy a un lavabo público y veo que el retrete está lleno de papel, orines y gotazas de éstos por todas partes... me esfuerzo menos a la hora de dirigir el chorro donde tocaría. Eso sí, las puertas no las lleno de consejos sobre la mejor manera de evacuar ni de teléfonos de enemigos ofreciéndose para relaciones homosexuales que en realidad no desean.
ResponderEliminarNo te digo que no tengas razón, no sé si es venganza o nos la suda todo, pero quizá en los lugares públicos hacemos lo que en nuestra casa no tenemos cojones de hacer, lo que nos gustaría hacer y no podemos porque sabemos que nos va a acarrear una amonestación o tendremos que arreglar nosotros mismos. Es triste, pero creo que es así. Yo intento no destrozar los bienes públicos, pero sí que es cierto lo que comentaba de los baños.
Y hablando de baños, el de la foto mola mogollón, es dabuten, o fetén, o como quieras llamarlo. Fotográficamente muy interesante, y me traslada a la decadencia del cyberpunk.
Un pelin exagerado pero buena entrada...
ResponderEliminarnos hace a todos reflexionar.